Urgencia.

Él manejaba su automóvil lo más rápido posible, ella se retorcía en el asiento del acompañante. – No aguanto más, me voy hacer pis encima – dijo la mujer.

- Faltan solo diez kilómetros para la próxima estación de servicio- le contestó él.
- No, no, pará cerca de ese árbol – exigió ella
- Bueno, pero te voy a pedir un turno con el médico, no puede ser que en dos horas tengas incontenibles ganas de hacer pis – le señaló y paró en la banquina de la ruta en pleno día.

La mujer bajó presurosa y se dirigió a un árbol para intentar ocultarse de las miradas indiscretas. Batió el record mundial en bajarse las calzas que tenía y en un minuto su cara fue otra. Pasó de la angustia a la relajación.

Él se sobresaltó al escuchar su grito.- ¿Qué pasa? – preguntó.
- No, es que apareció una gallina y me asustó- dijo la mujer.

La gallina miraba fijamente a esa mujer cómo descargaba su vejiga y le dijo:
- ¿Quién se cree que es usted para tirar sus desechos en mi campo?-

La mujer lanzó otro grito, pero él ya no se preocupó.

Ella miraba incrédula a esa gallina que le habló en su idioma y tan claramente.
- Tú me hablaste o yo lo soñé- atinó a responderle.
- Por supuesto que fui yo, ¿no sabe que el programa de educación para todos también llego acá?– le espetó la gallina.

La mujer sintió que le bajaba la presión y estuvo a punto de desmayarse.
-Tranquila, tranquila, por esta vez no voy a hacer la denuncia, pero tiene que  comprender que no puede hacer sus necesidades en cualquier lugar. Mire ese pasto que regó con su pis, en un rato va a estar seco e inútil. Ni hablar de las lombrices que tenía esa tierra y que eran mi alimento. Ya deben estar huyendo tierra adentro y no las puedo alcanzar ni con una excavadora- le sermoneó la gallina.

- Discúlpeme..., no pensé en todas estas molestias que ocasionaba. Mi necesidad era imperiosa y no llegaba a la estación más próxima- atinó la mujer a modo de defensa.

-Dígame, semejante automóvil y no tiene algún dispositivo para atender estas impostergables necesidades. Tiene radio, disquetera, gps, encendedor, calefacción, aire acondicionado, algunos tienen hasta un bar y nada para las más básicas urgencias- le señaló la gallina.
- La verdad..., tiene razón- subiéndose las calzas le reconoció la todavía asustada mujer.
-Bueno, la dejo...Y recuerde estas reflexiones la próxima vez que coma un huevo terminó la gallina guiñándole un ojo.

La mujer se dirigió al automóvil tambaleándose un poco y lanzó un largo suspiro al subirse.

- ¡Cuánto tardaste!- dijo él.

-No me vas a creer, pero te juro que estuve dialogando con esa gallina.- dijo atónita la mujer.

Él la miró incrédulo y pensó que iba a tener que pedir para su mujer, dos turnos en vez de uno.