El uso de términos científicos en explicaciones nos engaña.
Si algo sobra en televisión e Internet son programas y sitios web relacionados con extraterrestres, fenómenos paranormales y todo tipo de supersticiones, que de una manera u otra terminan convenciendo a una parte de la población que fenómenos científicamente imposibles de comprobar existen en el mundo real.
Es curioso que tal cosa suceda en un mundo en teoría racional y resistente a supercherías e ideas ilusorias. Sin embargo, ¿por qué seguimos creyento en chamucos, vampiros y extraterrestres?
Más allá de predisposiciones personales, de acuerdo con Paul Brewer, investigador en la universidad norteamericana de Delaware, curiosamente la misma ciencia es en parte responsable. En una investigación publicada en la revista especializadaScience Communication narró un experimento, donde a un grupo de voluntarios se le hizo leer un artículo de periódico sobre fenómenos paranormales.
En realidad el grupo fue dividido en cuatro porciones y cada una de ellas recibió una versión diferente del artículo. Una en especial contenía palabras y términos científicos como "detector de campos electromagnéticos" para narrar la manera en la que supuestos "cazafantasmas" daban con seres de otro mundo. Después de leer el texto, los voluntarios resolvían un cuestionario relacionado con la credibilidad del artículo.
Resultó que los voluntarios que leyeron la versión con más términos científicos fueron quienes le dieron más credibilidad al texto y eran más proclives a creer en fantasmas y cazafantasmas. Así, los comunicadores que forran mentiras con términos científicos tienen una mucho mayor probabilidad de convencer al público de la existencia de todo tipo de embustes.
Más allá de predisposiciones personales, de acuerdo con Paul Brewer, investigador en la universidad norteamericana de Delaware, curiosamente la misma ciencia es en parte responsable. En una investigación publicada en la revista especializadaScience Communication narró un experimento, donde a un grupo de voluntarios se le hizo leer un artículo de periódico sobre fenómenos paranormales.
En realidad el grupo fue dividido en cuatro porciones y cada una de ellas recibió una versión diferente del artículo. Una en especial contenía palabras y términos científicos como "detector de campos electromagnéticos" para narrar la manera en la que supuestos "cazafantasmas" daban con seres de otro mundo. Después de leer el texto, los voluntarios resolvían un cuestionario relacionado con la credibilidad del artículo.
Resultó que los voluntarios que leyeron la versión con más términos científicos fueron quienes le dieron más credibilidad al texto y eran más proclives a creer en fantasmas y cazafantasmas. Así, los comunicadores que forran mentiras con términos científicos tienen una mucho mayor probabilidad de convencer al público de la existencia de todo tipo de embustes.