Las
personas utilizamos diferentes estilos de comunicación, clasificados en los
siguientes tres tipos:
◆ Pasiva: La persona no expresa las
opiniones o necesidades, siente culpa o vergüenza de pedir algo. No ejerce sus
derechos asertivos (Gaeta y Galvanovskis, 2009).
◆ Agresiva: La persona sobrepone sus
necesidades, deseos y derechos (Gaeta y Galvanovskis, 2009).
◆ Asertiva: La persona es capaz de exponer
sus opiniones, hacer y rechazar peticiones, defender sus derechos, afrontar
críticas, disculparse, admitir ignorancia, pedir cambios en el comportamiento
de otras personas, expresar molestia, desagrado o enfado, sin la necesidad de
llegar a un conflicto, como resultado de lo anterior, obtiene una respuesta
favorable o conveniente tanto para quien emite como para quien recibe el
mensaje (Caballo, 2007).
Algunas
características que nos pueden ayudar a diferenciar entre los 3 estilos de
comunicación son las siguientes:
En
este apartado, nos concentraremos en practicar el estilo de comunicación
asertiva ya que favorece las relaciones interpersonales y fomenta el
autocuidado y el respeto de los derechos de las otras personas. Antes de
aprender las estrategias de este tipo de comunicación, en la siguiente tabla
identificaremos con claridad qué es el asertividad y qué no es (Güell, 2006, p.
20).
Es
importante tener presente que el asertividad es una habilidad y por lo tanto es
posible aprender a desarrollarla mediante la práctica continua hasta que forme
parte de un estilo de comunicación. Para lograrlo, es importante considerar lo
siguiente (Naranjo, 2008):
1. Hablar en primera persona: yo pienso, yo
opino, yo siento, a mí me gustaría, yo desearía.
2. Ser directa/o: asegurarnos de que nuestros
mensajes sean lo suficientemente claros para la otra persona, de tal manera que
no necesite suponer lo que decimos y así evitar los malos entendidos.
3. Ser oportuna/o: considerar el lugar, el
momento, la firmeza del mensaje, la relación con los demás y la frecuencia de
insistencia.
4. Ser razonable y respetar las necesidades, creencias, expresión, límites, propósitos y expectativas de la otra persona, siempre y cuando sus acciones sean de respeto hacia nuestra persona.