Eran los años setentas, en un municipio de la bella Costa Chica de Guerrero, el contingente de personas que acudirían con el Sr. Gobernador a una cita que previamente ya había sido pactada,ya estaban listos, el motivo presentar al ungido, quien sería el nuevo presidente municipal, que recibiría el apoyo total por parte del entonces gobernador.
Todos llevaban sus mejores galas, no querían desmerecer ante la presencia del recio y autoritario gobernante, habian ensayado las mejores sonrisas. Todo estaba listo, solo faltaba un pequeño detalle, no contaban con algún chofer que manejara el vehiculo oficial, propiedad del Partido Oficial de ese entonces.
Alguien se acordó de Emereciano, un humilde jornalero que trabajaba cortando el pasto o zacate para alimentar a las vacas. El humilde trabajador aceptó y fue a su casa a cambiarse, poniendose lo mas o menos aceptable.
Sin contratiempos llegaron a la Ciudad Capital Chilpancingo, y luego de una breve espera, estaban ya ante el adusto gobernador, oriundo por cierto de la Región Norte de nuestro Estado.
Hosco, recorrió de arriba hacia abajo a los presentes, sin responder el saludo, hasta llegar ante la presencia de nuestro amigo el zacatero.
_¿Cómo te llamas?_Preguntó enérgico al humilde trabajador.
_Emereciano, para servirle senor gobernador_ Respondío el atribulado jornalero.
Al regreso los ricos llevaban las caras largas, ya no había sonrisas, pero el nuevo presidente municipal ya habia sido señalado con el dedo del Señor Gobernador.
Si, adivinaron, después de las seguras elecciones de ese entonces que reinaba el PRI, el Municipio tenia su nuevo "Presidente Municipal Zacatero."
Así era la politica del dedazo y la inoperancia en el Estado de Guerrero.