Pensamientos positivos para sentirse bien.

El estado o salud emocional depende de forma directa de los pensamientos que se tienen. Es, por tanto, responsabilidad de cada persona dirigir estos pensamientos para proporcionarse una vida más placentera y feliz. La mente no puede mantener dos pensamientos a la vez, sólo la rapidez de éstos hace que parezca así. Por esta razón, centrarse en las respiraciones es una gran ayuda para modificarlos. Mientras se pone la atención en la inspiración y la expiración es imposible preocuparse en otras cosas.

Si te ocupas de concentrarte en qué harás para salir de una determinada situación actual dejarás automáticamente de preocuparte por las razones que te llevaron allí. Es conectar con la solución en vez de centrarse en el problema.

Pensar de una u otra manera implica conexiones neuronales diferentes, sustancias químicas distintas y, por tanto, emociones negativas o positivas en cada caso. De ahí que cambiar el pensamiento cambia la emoción.

El doctor Richard Davindson, director de la Universidad de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Winsconsin, demostró que cuando se tienen pensamientos nuevos y diferentes se forman nuevos conductos neuronales. Eso quiere decir, si tienes más pensamientos positivos más se bloquean los negativos.

Un ejemplo, esta mañana me dolía la cabeza. Durante un buen rato estuve tan pendiente del dolor que éste no remitía ni aún tomando un analgésico. Me di cuenta que me había metido en un pensamiento que, además, estaba potenciando ese dolor. ¿Qué he hecho entonces?

1.Respirar y tomarme un rato para conectar con mi interior.

2.Preguntarme a mí misma qué estaba necesitando, para qué estuviese esa sensación ahí y qué me hacía quedarme enganchada.

3.Tomar las acciones oportunas para responder a esas necesidades y enfocarme en las cosas positivas a través del agradecimiento.