Vaciar para llenar. *

Los extremos siempre se tocan porque hay un momento en el que son uno, en el que simplemente son lo mismo.

Lo lleno es el principio de lo vacío, es lo que le precede, es la esencia de su propia esencia; y a su vez, lo vacío es el principio de lo lleno porque igualmente le precede y es también por tanto la esencia de su propia esencia.

Entonces, ¿para qué vivir siempre y constantemente preocupados por todo? ¿por qué no aceptar con gozo que cuando estoy lleno tengo que ser vaciado para volver a llenarme? ¿por qué ese afán de aferrarnos tan solo a lo que vemos como positivo -estar llenos- ? ¿por qué ese afán de ver en nuestro vacío tan sólo algo negativo?

Todo a nuestro alrededor se vacía y llena constantemente. Todo nace y muere de forma continua, la naturaleza nos lo demuestra cada día.

Desde el día en que nacemos estamos empezando a morir, y sin embargo mientras no queremos nada negativo en nuestras vidas nos apegamos tanto a lo que sentimos como positivo que le negamos su fin, su propia y natural muerte.

¿Quién nos ha otorgado el poder para cambiar el ciclo de la vida? ¿No es más fácil aceptar que nacemos y morimos en cada instante de nuestras vidas por el mero hecho de que somos transformación constante y continua?

Entonces, si esto es así, ¿cómo puedo pretender vivir sin que nada cambie en mi vida? ¿Cómo puedo llenarla si nunca permito que se vacíe? ¿Cómo puede llegar aire fresco a mi vida si he cerrado las ventanas de mi alma para que éste no entre?

¿Quién soy que prefiero vivir en un ambiente contaminado porque lo conozco y me siento seguro en él, en lugar de aceptar que sólo el aire fresco renueva mi alma y la prepara para avanzar?
¿Acaso me he convertido en una estatua de piedra? ¿No me asusto de verme tan rígido e inflexible?

¿Qué puedo hacer entonces para recuperar el movimiento que he perdido? Permitirme morir para renacer de nuevo, de manera que todo lo que en mí es absurdo, inútil o accesorio pueda transformarse, al igual que el metal se transforma mediante el proceso de la alquimia.

Sólo si acepto que soy un Ser en constante movimiento y por tanto en constante cambio, perderé la rigidez que me impide fluir con todo y con todos a mi alrededor.

Sólo si acepto que el Caos que está fuera de mí también vive en mi interior, utilizaré el Orden de forma adecuada, evitando que la rigidez que éste comporta domine mi vida hasta convertirla en aquello que yo no quiero que sea, mientras me convierte a mí en un mero espectador de la misma que ya no se siente vivo.

Es el fluir del agua, su movimiento, lo que la mantiene viva, pura y cristalina. Por contra, el agua estancada acaba pudriéndose.