
Las personas bien formadas saben que sólo deben rendirse cuentas ante ellos mismos y ante Dios. Eso es madurez, personalidad y autonomía.
Haz siempre lo bueno, aunque a otros no les caiga bien y evita hacer siempre lo malo, aunque a veces no esté de moda. Haz valer tu personalidad, pues es mucho más importante lo que tú pienses de ti mismo que lo que piensen los demás.