Unos arqueólogos encontraron un inconmensurable rompecabezas con encanto sublime. Su sonido era tan majestuoso que únicamente podía ser escuchado por los sordos. La esfera era cuadrada, como el Teorema de Pitágoras y su único color era complejo, de muchos matices. Los matemáticos dijeron que la posibilidad de resolverlo oscilaba entre ninguno a infinito. Unos físicos esbozaron que el rompecabezas no era tan misterioso, sino que era un manojo de variables que podemos descubrir a través del método científico. Los religiosos especularon que el rompecabezas tuvo que ser creado por un dios más grande que Dios, puesto que el rompecabezas es inconmensurable mientras el universo es limitado. Algunos supersticiosos dijeron que los muertos fueron quienes conocían cómo corría el tiempo en aquella esfera, y que fueron los únicos que observaron la materia primigenia de la que estaba compuesta; fueron capaces de enunciar, con silencio atronador, —¡que se haga la luz!—.
Algunos filósofos plantearon que es un rompecabezas sin origen, inmutable e infinito. Un ciego logró entender aquella imagen a completud, pero murió en Ginebra. En cualquier caso, la palabra puede ser la clave para su solución.
El aparato es demasiado glorioso para nosotros los humanos. ¿Por qué la probabilidad de resolverlo es entre ninguno a infinito? Es una incógnita que corrompe la intuición y es aberrante a la realidad. De vida me queda un quinto de un lustro, pero creo haber encontrado la etérea solución. El rompecabezas admite dos conjuntos como contestación: el conjunto vacío y el conjunto de los números complejos. Y estos dos conjuntos, aunque paradójicos, conforman la dicotómica respuesta: ¡las dos son ciertas! Así que Dios y los humanos son capaces de resolver el rompecabezas simultáneamente. Ergo, el rompecabezas fue inventado por Lucifer.
Autor:Manuel Alejandro Crespo Rodríguez