Abrazo mis recuerdos para que el viento del olvido no se los lleve como a las hojas de Otoño. Abrazo la imagen de tu rostro, enmarco en plata tu mirada, en oro tus besos. Cierro mis ojos y te sueño, sueño los días de pasos acompasados, las caricias delicadas en los días de invierno, el candor de tus palabras.
Me aferro a los instantes pasados porque no hay modo de que se conviertan en presentes o futuros. Escondo tus fotos por no atormentar más mi alma, pero me niego a perder los recuerdos, lo vivido, lo sufrido y disfrutado y ahora tan anhelado.
Te alzas en el infinito como un deseo que no alcanzo por más que me acerco. Siempre te alejas o te alejo, siempre huyes o te rehuyo. Pero te añoro y te deseo, y mis brazos están tan sólo llenos de recuerdos que no quiero que se lleve el viento del olvido como a las hojas de otoño.
Enjugo mis lágrimas con la punta de mis dedos, esos que en días pasados se entrelazaron con los tuyos y juguetearon a escondidas escondiendo sentimientos.
Acaricio tu rostro inmóvil en una foto aún no guardada y recuerdo las caricias de tus sabias manos, curtidas en mil batallas cotidianas, guerreando con mi cuerpo.
Recuerdos, todo son recuerdos, lo único que de ti tengo, recuerdos y este fuerte y demoledor sentimiento que no quiere arrastrar consigo el viento del olvido como arrastras a las hojas de Otoño.