Javier, Francisco, Raúl y Marcelo
eran un grupo de amigos que estudiaban juntos en la secundaria. Todos los días
después de clases acostumbraban caminar en grupo de regreso a sus casas y así aprovechaban
para platicar y bromear con respecto al día que habían tenido en la escuela.
Caminaban juntos hasta que
llegaban a la Calle de los Cipreses y a partir de ahí cada quien agarraba rumbo
a su respectiva casa. Un día iban los cuatro caminando por dicha calle y
comenzaron a despedirse - Bueno muchachos, entonces nos veremos mañana – dijo Javier
- ¡Sí, hasta mañana! - contestaron los demás y se despidieron riéndose y
chocando sus manos como era su costumbre.
En ese momento escucharon una voz
femenina a sus espaldas - Muchachitos ¿Quieren que les lea su futuro? - los
cuatro jóvenes voltearon para ver a la persona que les hablaba la cual era
una mujer de mediana edad, morena de
ojos verdes, con cabello largo negro y ondulado, vestía con una blusa color
azul marino holgada, una falda larga color violeta y además traía colgados
muchos collares y amuletos; no cabía duda que era una gitana.
Los cuatro jóvenes la miraron extrañados
y Javier les hizo señas para hablar con ellos en privado - Por favor, son puras
tonterías. No perdamos el tiempo con ella - La mujer al ver que los chicos dudaban
les dijo - ¡Vamos, anímense! Sólo les cobraré 20 pesos a cada uno por leerles
las cartas. -
Francisco volteó a ver a los
demás - Yo digo que igual no perdemos nada. - Marcelo agregó - Pues yo no tengo
prisa en regresar a casa, así que por mí no hay problema. - Raúl también se
convenció - Veinte pesos no es nada, así pues yo también le entro – Después todos
voltearon a ver a Javier esperando su decisión y aceptó no muy convencido del
todo - Bueno pues, vamos. -
La gitana les hizo señas para que
la siguieran adentro de la casa número 7 que rentaba ahí en la calle y los hizo
pasar adentro donde tenía un cuarto especial para atender a sus clientes. La
habitación estaba a media luz pintada de azul marino con estrellas plateadas y del
techo colgaban cristales, patas de conejo y piedras preciosas. En medio había
una mesa redonda con una enorme bola de cristal; la mujer les indicó que se
sentaran en las sillas que había alrededor de la mesa y los muchachos tomaron
asiento.
En cuanto se sentaron los chicos
buscaron los veinte pesos para pagarle y cuando la gitana tuvo el dinero en
mano preguntó - ¿Con quién empiezo? - Los cuatro se voltearon a ver y
Francisco, quien fue el que prestó interés desde el principio levantó la mano -
Está bien, voy primero - La gitana le dio varias indicaciones - Muy bien jovencito,
toma el mazo de cartas y revuélvelas muy bien – Francisco obedeció - Bien,
ahora córtalo en cuatro - una vez que separó las cartas en cuatro bloques la
mujer le dio una última orden - Saca una carta de cada uno de los cuatro bloques;
no importa si las tomas de arriba, del centro o de abajo y entrégamelas boca
abajo. -
Una vez que sacó sus respectivas
cartas y las puso en manos de la gitana ésta las volteó y las analizó
detenidamente levantando las cejas. Francisco esperaba ansioso a ver que decían
de su destino - ¿Y bien? - Pues... - comenzó la mujer - Las cartas dicen que
tendrás un futuro muy prometedor ¿te gusta el fútbol, cierto? - Sí, sí –
contestó Francisco algo nervioso - Efectivamente, tendrás muy buen futuro como
futbolista profesional, pero... - Todos la miraron preocupados - ¿Pero qué? -
preguntó Francisco algo asustado - La agorera se quedó viendo las cartas - No
veo claro, pero parece que sucederá algo que hará que tu exitosa carrera quede
arruinada. -
Francisco quedó mudo de asombro y
no pudo articular palabra - Bueno jovencito, esto es todo lo que puedo decirte.
Ahora ¿quién sigue? - Marcelo fue el siguiente y la gitana lo puso a repetir el
mismo procedimiento que realizó Francisco. - Veamos – dijo levantando las
cartas que Marcelo le entregó - Hmm... pues aquí veo que tienes en mente un
ambicioso proyecto para cuando termines tus estudios básicos, algo así como
montar un negocio propio. - Marcelo comentó - Eh sí, de hecho tengo en mente
abrir un restaurante de comida rápida. -
La mujer siguió analizando las
cartas y agregó - Pues lamento decirte esto, pero las cartas indican que no
podrás realizar tu sueño. - Marcelo se sobresaltó un poco - No, pero... es que.
- Te entiendo muchachito, yo sólo te estoy haciendo saber lo que veo en las
cartas.
Ahora ya terminé contigo ¡El que
sigue por favor! - Ahora era el turno de Raúl y después de que revolvió y sacó
sus cartas la gitana le hizo saber su suerte - Jovencito, aquí veo que tu gran
debilidad son las féminas. - y no lo iba a negar, tenía apenas catorce años y
ya era todo un donjuan, había tenido más de cinco novias desde que había
comenzado la secundaria - Puesto a que las mujeres son tu punto débil, eso hará
que nunca logres tener una relación
amorosa estable y feliz. - Raúl se desanimó mucho el escuchar la predicción de
la mujer y agachó la cabeza.
La gitana volteó a ver al resto
de los muchachos y preguntó - ¿Quién falta? - Faltaba Javier, el más escéptico
de todos que escuchaba incrédulo cada una de las predicciones - Esto es una
tontería -
Francisco le insistió que fuera -
Vamos Javi, es divertido. Además ya le pagaste, así que lo mejor será que
vayas. - Javier se colocó enfrente de la adivina y antes de que ella le dijera algo
se puso a revolver y cortar el bloque de cartas al igual que a sus amigos y
cuando terminó le entregó sus cuatro cartas; la gitana las tomó, las volteó y
las miraba fijamente con una mirada extraña e hizo que Javier comenzara a desesperarse
- Bueno ¿qué hay con mi futuro? - La mujer volteó a ver a Javier nerviosa y le
dio una orden - Por favor ¿quieres volver a sacar las cartas? - Está bien –
contestó Javier algo fastidiado y volvió a repetir el procedimiento y la gitana
volvió a voltear las cartas y leerlas.
Todos los muchachos volteaban a
verse y Javier perdió definitivamente la paciencia - Bueno, lo que sea que haya
visto, dígamelo ya por favor. No tenemos mucho tiempo, debemos volver a nuestras
casas para ir a comer. - La gitana se quedó seria un momento y después despegó
los labios - Muchacho, las cartas dicen que morirás joven y de manera trágica -
Al escuchar eso todos se pusieron pálidos por el asombro - ¿Escucharon eso?
Dijo que Javi se va a morir - comentó Marcelo en voz baja.
Javier se levantó bruscamente de
su asiento y gritó: - ¡Es usted una charlatana! - y luego se dirigió hacia los
demás - ¡Por favor amigos! Hay que usar la cabeza, todo esto son puras
patrañas. – Francisco quien tampoco había salido favorecido en su predicción le
dio la razón - Es verdad, no se tomen en serio nada de esto. Recuerden que sólo
vinimos para divertirnos un poco. -
La gitana los interrumpió molesta
- Jóvenes, ustedes tienen toda la libertad de creer o no lo que dicen las
cartas, pero no podrán cambiar su destino. - Lo mejor será que nos vayamos -
dijo Raúl mientras todos tomaban sus mochilas y se dirigían hacia afuera de la casa.
Entre sus tareas, obligaciones y
distracciones habituales los chicos pronto se olvidaron del asunto y cuando
pasaban por la Calle de los Cipreses de vuelta a sus hogares nunca más
volvieron a ver a la gitana.
Pasaron los años y al terminar cada
quien sus estudios se fueron lejos de la ciudad a buscar su suerte y tuvieron
que separarse. Un día, Raúl que ya tenía 45 años, se encontraba tomando un café
con pan en la cafetería "La Palma" como acostumbraba hacer casi todos
los días. Mientras hojeaba el periódico, al levantar un momento la vista hacia
la ventana que daba a la calle vio pasar a un hombre de la misma edad que él
que caminaba con bastón cuyo rostro se le hizo conocido - ¿Será Francisco? - se
preguntó mientras salía afuera para comprobarlo - ¿Francisco? - gritó y el
hombre del bastón volteó a verlo tratando de reconocerlo.
- Francisco, soy yo Raúl ¿No te
acuerdas de mí? - Francisco se acercó para verlo mejor y en cuanto lo reconoció
se alegró mucho - ¡Raúl, amigo! ¡Qué sorpresa! - y lo abrazó fuertemente - Sí,
ya hace mucho que no nos veíamos. Mira como ha pasado el tiempo - ¿Sí, verdad?
-
Oye, si tienes tiempo me gustaría
invitarte a tomar algo en la cafetería y platicar contigo - ¡Hombre! Si tiempo
es lo que más me sobra, ándale vamos. -
Entraron a la cafetería y se
sentaron a platicar - Y bueno, cuéntame ¿qué ha sido de tu vida? Desde que
terminamos la secundaria no volví a saber nada de ti - preguntó Raúl - Pues muchas
cosas - comenzó a platicar Francisco - Verás, cuando terminé la preparatoria conseguí una beca deportiva y me
fui de Montes Verdes para tratar de abrirme camino en el ámbito del fútbol - ¿Y
cómo te fue? - preguntó Raúl interrumpiendo - Bueno, pues al principio muy
bien, hasta llegué a jugar de delantero central en el equipo local y no es por
presumir pero muy pronto me convertí en el campeón goleador. - No me sorprende
- volvió a interrumpir Raúl- Siempre fuiste todo un mago con el balón.
Francisco prosiguió a platicar de
su vida - Pues entonces empecé a tener cierto prestigio y cuando tenía 22 años
un equipo de primera división se interesó en mí y fueron a hablar conmigo,
imagínate, estaba más que feliz y ya hasta les había firmado el contrato y todo
- ¿Y luego que pasó? - preguntó Raúl ansioso - No me lo vas a creer, pero iba
manejando por la carretera para dirigirme a comenzar mis primeros
entrenamientos con el equipo cuando un tráiler se atravesó en mi carril y me
obligó a dar un volantazo, mi auto perdió el control y se volcó, después llegó
la ambulancia y me llevaron al hospital
enseguida pues tenía prácticamente los huesos hechos añicos, la verdad es que
sobreviví de puro milagro, pero nunca me recuperé del todo, es por eso que
hasta el día de hoy no puedo caminar sin la ayuda del bastón y pues tuve que
decirle adiós al fútbol profesional . - Raúl escuchaba todo muy consternado -
Cuanto lo siento, amigo -
No te preocupes, así es la vida a
veces. Pero ahora platícame de ti ¿qué has hecho en todos estos años? ¿estás
casado? ¿tienes hijos? - Pues sí, estuve casado tres veces y tengo un hijo -
¿¿Tres veces te casaste?? - preguntó Francisco sorprendido - Raúl respiró hondo
-
Pues sí, te platicaré toda la
historia. En la universidad ya tenía una novia formal la cual se llamaba
Patricia, era muy hermosa e inteligente además de que me amaba con locura, en
fin, era lo que cualquiera podía desear. - ¿Y entonces? - Entonces al terminar
los estudios ella ya quería hacer planes de boda y yo todavía no me sentía
listo para eso. -
Raúl hizo una pequeña pausa para tomar un sorbo de café –
Pero bueno, Patricia insistió mucho y tuve que acceder. Después empecé a
trabajar en un buffet jurídico y ahí trabajaba conmigo una muchacha muy guapa
que se llamaba Mariana la cual era mi secretaria. - Francisco interrumpió -
Hmm, ya me imagino lo que pasó - Así es, empecé a tener aventuras con Mariana
hasta que una vez ella llamó a mi celular mientras me estaba bañando y Patricia
contestó y al enterarse de todo me pidió el divorcio.
Después me casé con Mariana y
pasando un par de años perdí el interés en ella así que salí en busca de otras
mujeres y conocí a Daniela. - - ¿Y qué pasó con Daniela? - preguntó Francisco y
Raúl prosiguió - Pues ella se embarazó y me metió en un gran problema porque a pesar
de todo yo no quería separarme de Mariana ella era muy linda conmigo y me dolía
dejarla pero Daniela amenazó con decirle todo si yo no lo hacía y no me quedó
de otra que contarle la verdad a mi mujer y al enterarse ni tarda ni perezosa
se fue de la casa y luego comenzamos con los trámites de divorcio. -- Lo
siento, de veras - interrumpió Francisco mientras agachaba la cabeza, Raúl sólo
suspiró - No lo sientas amigo, después también arruiné todo con Daniela y sólo
me dejó ver a mi hijo los fines de semana, después se fueron a vivir fuera del
país y hace ya varios años que no sé nada de ellos. Pero bueno, son cosas que
pasan. -
Los dos amigos pidieron otra taza
de café y más piezas de pan para continuar platicando - Cambiando de tema ¿Qué
has sabido de Marcelo? Lo último que supe de él fue que estaba estudiando administración
de empresas - preguntó Francisco - Pues su suerte no ha sido tan buena como la
nuestra - contestó Raúl - Después que terminó su carrera quiso montar una
pizzería, no sé exactamente cómo estuvo el asunto, pero el caso es que se metió
en un lío gordo con el fisco y no pudo arreglarlo, así que se lo llevaron
preso. -
Francisco se quedó observando fijamente a su taza de café
que humeaba cuando una pregunta de Raúl lo hizo volver a la realidad - Por
cierto, nos hemos olvidado de Javier ¿Qué rayos ha sido de él?
Parece que se lo hubiera tragado
la tierra. - Hubo un largo silencio, después Francisco levantó la vista y miró
fijamente a Raúl con los ojos húmedos - ¿No te enteraste? - Raúl movió la
cabeza en señal negativa - Fue hace como quince años, Javier volvía a su casa después
de una fiesta y mientras él estaba fuera se metieron unos ladrones a robar, no
esperaban que fuera a volver temprano, así que en cuanto Javier entró a su casa
y los descubrió éstos lo apuñalaron violentamente hasta matarlo. -
Raúl se echó a llorar al escuchar
eso y después decidió que era hora de pagar la cuenta y salir de la cafetería.
Los dos amigos decidieron caminar un poco por sus viejos rumbos - Parece que
fue apenas ayer cuando los cuatro juntos caminábamos por aquí - comentó Raúl –
Así es, el tiempo vuela - contestó Francisco. Después doblaron por una esquina
hacia la Calle de los Cipreses y al pasar por la casa número siete Francisco se
detuvo en seco - Raúl ¿recuerdas esta casa? – Raúl se quedó pensativo un
momento tratando de hacer memoria - ¡La gitana! - los dos se quedaron quietos
mientras venían a sus mentes cada una de las predicciones que aquella mujer les
había hecho ¿De verdad esa gitana predijo el futuro de los cuatro amigos o sólo
fue mera coincidencia?