Salud mental.

 


La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la salud mental como un estado de bienestar, en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera y tener la capacidad para hacer contribuciones a la comunidad (OMS & Salud, 2013). En la infancia significa alcanzar los indicadores del desarrollo y los emocionales, así como también aprender habilidades sociales saludables y cómo enfrentar los problemas que puedan presentarse (CDC, 2020).

La salud mental es un fenómeno complejo influido por factores de índole social, ambiental y biológico (Degenhardt et al., 2008), representa el estado de equilibrio y armonía entre las personas y su entorno, lo cual incluye el bienestar físico, emocional, psicológico y social. Estos elementos influyen en el pensamiento, emociones y conductas. Por ello, una adecuada salud mental permite a las personas tener un manejo saludable del estrés, expresar emociones, establecer relaciones positivas y experimentar sentimientos de bienestar y satisfacción con la vida (OMS, 2018).

La salud mental se ve afectada por diferentes determinantes que incluyen no sólo características individuales, tales como la capacidad para gestionar pensamientos, emociones, comportamientos e interacciones con otras personas, sino también aquellos factores sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales relacionados con el nivel de vida, las condiciones laborales o el apoyo social proveniente de la comunidad (OMS, 2019).

Para lograr una adecuada salud mental es indispensable que desde la infancia se adquiera la capacidad de gestionar pensamientos, emociones e impulsos para alcanzar un desarrollo óptimo de su identidad, así como la capacidad de aprendizaje para que sean personas exitosas. En la edad adulta, es indispensable fomentar el autocuidado y estilos de vida saludable. Por esto, se necesita fortalecer las capacidades de afrontamiento de la población, en todas las edades y condiciones.

Se considera a las escuelas como un espacio apropiado para promover la salud mental y el bienestar de NNA; representan espacios de interacción y aprendizaje en el que las y los docentes tienen un rol trascendental, ya que pueden ser referentes de modelos diversos en cuanto a actitudes personales y emocionales para sus estudiantes y sus colegas (Lever et al., 2017). También es importante reconocer que estas figuras pueden presentar afecciones relacionadas con este tema, como el burnout, el agotamiento y la depresión. Por ello, es fundamental poner atención a sus necesidades en esta área, y llevar a cabo acciones de prevención, detección oportuna y tratamiento de los problemas mentales así como acciones para su promoción y cuidado.

Al analizar programas de prevención de salud mental en las escuelas, se ha identificado que estos se asocian a un efecto benéfico en niñas y niños, docentes, familias y comunidad (Weare, & Nind, 2011), por lo que es necesario generar estrategias para la prevención de los trastornos de salud mental, identificación en las aulas y favorecer el desempeño saludable y pleno de la persona, independientemente de su edad.