En la penumbra de una noche estrellada,
donde el murmullo del viento canta,
te vi llegar, como un susurro,
y en tu andar, el tiempo se quebranta.
No hace falta que trates, no hay razón,
tu esencia fluye, suave y divina,
cada paso que das es una canción,
una danza que al miedo destina.
Tus ojos, dos faros en el infinito,
me atrapan con su luz casi mágica,
y aunque mi alma se sienta herida,
en tu presencia todo parece crítica.
La forma en que mueves tu cuerpo,
es un arte que sabe a destello,
un magnetismo que me envuelve entero,
como el fuego que abraza sin duelo.
Podrías hacerme llorar, lo sé,
no con lágrimas de tristeza o dolor,
sino con la belleza que eres tú,
con esa melodía que mi corazón atesoró.
Cada giro, un poema escrito,
cada mirada, un verso encantado,
y en el eco de tu risa suave,
los ecos de mis sueños quedan guardados.
Eres el latido de esa música antigua,
que resuena en mis venas como un río,
un reflejo de estrellas que danzan
en la inmensidad de un cielo vacío.
Si tan solo te detuvieras un instante,
si pudieras ver cómo el mundo brilla,
te darías cuenta del poder que llevas,
de la magia que en ti siempre destila.
Eres la brisa que acaricia la piel,
el susurro en la sombra de un árbol,
la promesa que aguarda en un amanecer,
el abrazo que calma cualquier desgarro.
Así sigues moviéndote en mi mente,
sin siquiera esforzarte por encantar,
y, sin embargo, aquí estoy, atrapado,
en un laberinto que no quiere escapar.
Las palabras se mecen como hojas al viento,
como un canto que flota en la bruma del día,
y en cada verso, un deseo sincero:
tocar tu esencia, sentir tu energía.
Pero ni siquiera tienes que tratar,
porque el hechizo es automático,
en tu ser hay una vida que vive,
en cada movimiento, un acto dramático.
Y así, en esta danza de luces y sombras,
te miro danzar con los ojos cerrados,
saboreando el momento, el presente eterno,
en el que tu magia ha dejado sus lados.
Podrías hacerme llorar de alegría,
podrías romper las cadenas del ayer,
simplemente siendo tú,
un reflejo brillante de lo que es querer.
Así que sigue danzando, hermosa musa,
no te detengas, deja que el mundo te vea,
pues en tu andar, en tu ser lleno de gracia,
he encontrado el camino hacia mi estrella