Hay que tomar distancia para ver las cosas con claridad...

 

En la bruma de un día incierto,

los pensamientos se enredan y luchan,

las emociones, cual sombras, se asientan,

solo el silencio su eco escucha.

Un paso atrás, tomar la medida,

del caos que nos envuelve y consuma,

la mente se calma, la vista se afina,

y en el horizonte, la luz se asuma.

 Los corazones, tempestad constante,

se aquietan en la pausa sagrada,

y entonces la verdad, con voz brillante,

se revela, despejando la nada.

 A veces, el amor necesita aire,

un respiro breve entre los abrazos,

para que las raíces busquen el aire,

y florezcan destinos más claros.

 El tiempo, ese maestro distante,

nos enseña a valorar las huellas,

a comprender que lo grande es constante

cuando somos sólo estrellas.

 Así en la distancia, hallamos sentido,

los ríos del alma fluyen serenos,

y al volver, con el corazón encendido,

vemos el mundo en colores plenos.