En la penumbra de un día sin final,
mi cuerpo camina, vacío y sin hogar,
un eco de sombras, un susurro mental,
pues te busco en el aire, te intento alcanzar.
Qué terriblemente absurdo es estar vivo,
como un barco errante, perdido en la mar,
sin el latido, sin tu abrazo cautivo,
cada pulsar mío, un lamento sin paz.
Las horas se arrastran, se deslizan lentas,
mi alma, esa llama que ardía junto a ti,
se ha marchado al viento, dejando tormentas,
un cielo sin estrellas, un frío sutil.
Caminar entre hombres, con risas ajenas,
y sentirme extraño, un extraño cualquiera,
el amor es un fuego que arde y no frena,
pero sin tu esencia, la vida es quimera.
Afuera, la risa, el color y el canto,
dentro, una sombra que pesa y que duele,
mi corazón
busca el sabor del encanto,
y aunque el mundo gire, mi ser se deshiele.
Oh, ¿Dónde anidan los suspiros perdidos?
¿Dónde se ocultan tus suaves caricias?
Cada recuerdo es un verso herido,
cada latido, un grito de delicias.
Sin ti, mis días son cristal quebrado,
un laberinto oscuro, sin luz ni destino,
te anhelo, mi amor, en este espacio helado,
regresa, que el tiempo es un ladrón divino.
en el eco de un sueño que nunca tuvo andar,
te busco, te encuentro, aunque esté tan lejano,
porque amarte es lo único que sabe el amar.
