Pidámosle a cualquiera que nos cuente qué es una crucifixión y nos responderá que es la forma en que murió Jesucristo. Pero, ¿qué sabemos realmente sobre cómo murió Cristo, o sobre cómo se realizaba este tipo de ejecuciones? Generalmente, una crucifixión se describiría como una forma de muerte lenta y dolorosa en la que al prisionero le clavaban los pies a un poste vertical y las manos a otro horizontal, que a su vez iba adosado al vertical, formando, así, una cruz.
¿De dónde surge el símbolo?
La gente sabe qué es una crucifixión, ya que tienen miles de representaciones artísticas como muestra. Pero un nuevo estudio del teólogo sueco Gunnar Samuelsson echa todo por tierra. Ha pasado años leyendo todos los antiguos textos que hacen alguna mención sobre el tema desde el 800 a. C. hasta el primer siglo de nuestra era, y ha descubierto que es todo tan ambiguo que ni sabemos la forma en que murió Cristo, ni tampoco cómo era el método de la crucifixión.
Según el investigador, la idea que tenemos de esta ejecución no está basada en los textos antiguos, sino en una tradición muy posterior de la Iglesia cristiana y en las representaciones artísticas de varios siglos después de la muerte de Jesús. Ni en los Evangelios podemos encontrar una descripción clara. El símbolo que define al cristianismo, la cruz que recuerda el sacrificio que hizo Jesús por la Humanidad, se empezó a utilizar en los templos hacia el siglo V.
Pero como descubrió Gunnar Samuelsson, investigador de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, existe un problema con las palabras. Pensamos en castellano, pero cuando hablamos de cruz y crucifixión tenemos que recordar que hace 2.000 años se las llamaba de otra forma en latín, arameo y griego.
“Si uno busca textos que describan el acto de clavar personas a una cruz, no va a encontrar nada aparte de los Evangelios”, dice Samuelsson en conversación con Quo. Y hay que recordar que los Evangelios fueron puestos por escrito siglos después de la muerte de Cristo.
Samuelsson ha escrito una tesis que se adentra en los aspectos filológicos de cómo los textos antiguos griegos, romanos y hebreos, incluyendo el Nuevo Testamento, representaban este tipo de ejecución.
Ha descubierto que la terminología usada es tan variada que no se puede siquiera estar seguro de cómo era la crucifixión. Solo se puede ver una asociación a verbos que vagamente refieren un tipo de tortura por suspensión y sustantivos que se refieren a las herramientas usadas en ese tipo de tortura.
Samuelsson afirma que la mayoría de las fuentes que se solían citar para dar pruebas de cómo era la crucifixión en el mundo antiguo deben ser rechazadas. Según el investigador, la sobreinterpretación y la imaginación han afligido a quienes se han ocupado de los términos de la crucifixión y con lo que le sucedió a Jesús en el Calvario.
¿Cómo falleció cristo?
Las fuentes por las que conocemos lo que le sucedió a Cristo en sus últimos días son los Evangelios. Pero no podemos tomar estos escritos como cuatro biografías fiables, sino como relatos filosóficos y religiosos, redactados a tal fin y no con ansias de hacer historia. Los especialistas han notado que tres de ellos, los llamados Evangelios sinópticos, son muy parecidos entre sí, mientras que el cuarto es bastante diferente.
Cabe aclarar que los Evangelios son textos literarios con 1900 años de antigüedad, y han llegado hasta nosotros tras numerosas modificaciones. Primero circularon como relatos orales, y se escribieron décadas después. Recordemos también que había que copiarlos a mano, y no siempre se hacían copias realmente fieles al texto original, mucho menos si había que traducirlos a otra lengua.
Así, el Evangelio más antiguo es el de Marcos, según creen los expertos en la materia, ya que los otros dos sinópticos, los de Mateo y Lucas, se basan principalmente en lo descrito por este. e cree que este Evangelio fue escrito después del año 70 de nuestra era, ya que hace referencia a la destrucción del Templo de Jerusalén, que ocurrió en ese año. Pero Marcos pudo haberlo redactado antes, según el historiador Paul Johnson, y algún copista posterior quizá agregó por cuenta propia la destrucción del templo. Así, podemos hacer un resumen de cómo murió Jesús según los Evangelios.
Poncio Pilato condenó a Jesús a la crucifixión, pero antes se dice que fue azotado y coronado con espinas. Jesús estaba tan debilitado por los tormentos recibidos que un hombre llamado Simón tuvo que ayudarle a cargar el staurós hasta el lugar de ejecución: el monte Calvario, en las afueras de Jerusalén. Nada se dice de cómo le crucificaron; sólo se entiende que está en alto y colgando. Murió allí, y antes del anochecer los legionarios romanos lo remataron con una lanzada al costado, para asegurarse de que estaba muerto.
Palabras para crucificar
El investigador sueco Gunnar Samuelsson no tiene dudas de que Cristo falleció en el monte Calvario; de lo que sí duda es de la forma en que lo hizo, por lo engañosas que pueden ser las palabras, y más cuando estamos hablando de palabras de hace 2.000 años. “Cuando los Evangelios se refieren a la muerte de Jesús”, nos cuenta Samuelsson, “solo dicen que fue forzado a cargar el staurós hasta el Calvario”. La mayoría de los investigadores han interpretado ese sustantivo, staurós, como cruz, y el verbo derivado de él, anastauroun, como crucifixión.
Pero Samuelsson ha leído y comparado todas las fuentes históricas que hacen mención de estas palabras, de épocas entre el 800 a. C. y el primer siglo d. C. Lo que descubrió el investigador es que esas palabras no tenían un único significado, sino varios.
“Staurós es un término utilizado para describir una gran variedad de postes y aparatos de ejecución”, cuenta el investigador. Por eso mismo, él cree que no existe ninguna seguridad de cómo era el artefacto utilizado en la ejecución de Cristo. “El descrito en los Evangelios podría ser una pica, un simple tronco de árbol o algo totalmente diferente”. La ejecución por crucifixión, tal y como la conocemos hoy, casi no existe referenciada en las fuentes históricas antiguas, ya que Samuelsson dio con apenas tres ejemplos. Y el acto de clavar a un prisionero a algo sólo aparece en los Evangelios. Incluso un autor de la época de Cristo, el judío Flavio Josefo (descendiente de una familia de fariseos), contaba que cuando se mandaba ejecutar a un prisionero por alta traición, se le daba vía libre a la imaginación de los legionarios romanos. Imaginación que solía tener matices sádicos, todo hay que decirlo.
Si se quiere tener claro cómo murió Cristo, uno puede elegir quedarse con la descripción de los Evangelios o escoger entre las diversas representaciones artísticas. Pero la duda sobre lo que realmente sucedió permanece
¿Será? Cada quien con sus creencias.